(19 DE JUNIO, 2023) Por J. Jesús Esquivel.
Promesas
Washington – En reacción a dos demandas legales, a quejas y exigencias del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, el de Joe Biden, primero, dio a conocer una estrategia para contener el tráfico ilegal de armas y luego admitió que por los rifles y pistolas de alto poder que venden sus ciudadanos han muerto miles de mexicanos.
En esta estrategia develada la semana pasada que bien puede ser un catálogo de promesas, la Casa Blanca hace dos admisiones importantes: que en Estados Unidos existen redes y cárteles dedicados exclusivamente alimentar el flujo de armas a México destinado al crimen organizado y al narcotráfico.
Los miles de millones de dólares que deja el mercado armamentista a los fabricantes y vendedores de arsenales siguen siendo una mordaza política para el Congreso federal estadunidense y la Casa Blanca.
No por un papel en el que delinean un plan de combate a los traficantes de armas demos por sentado que Biden lo instrumentara cabalmente.
En la frontera sur de Estados Unidos los agentes de la DEA, de inmigración, del FBI, de la CIA y los dizque especialistas en contrarrestar la venta ilegal de armas, los de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), llevan décadas haciendo la pantomima de que atoran el pase a México de municiones, pistolas y rifles semiautomáticos. Su misión no es vigilar la frontera norte, siempre se justifican y queramos o no tienen razón los agentes estadunidenses cuando se les cuestiona sobre las armas y se defienden con eso.
Cribar la zona limítrofe del norte de México es responsabilidad de nuestro gobierno. Pero, como dirían mis padrinos los hijos del Averno mientras el Chamuco se avienta un tiro al blanco; la hipocresía gringa es una vileza. Si evitar que no pasen ilegalmente armas a México no es chamba de los agentes federales de aquel lado, tampoco es responsabilidad de nuestras autoridades que por la frontera sur estadunidense entren como Pedro por su casa, toneladas y toneladas de todo tipo de drogas. No presumen acaso en el Capitolio y en la Casa Blanca que son una potencia indomable.
Hasta antes de que el gobierno de AMLO interpusiera las dos demandas en cortes federales de Estados Unidos contra los fabricantes de armas de ese país, las presidencias desde Carlos Salinas de Gortari, pasando por la de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón -¡Salud!- hasta Enrique Peña Nieto, mansitas y en silencio se tragaban el veneno y ponzoña de congresistas estadunidenses que ante su coladera de frontera sur y el incontenible consumo de todo tipo de drogas de sus ciudadanos; amagaban y amagan con invadir a México para acabar con el narco.
En un discurso inusual y luego de dar a conocer la estrategia, Biden responsabilizó a las redes y cárteles del tráfico de armas de ser parte de la causa de asesinatos de miles de mexicanos en relación con el narcotráfico. Tampoco somos tan ingenuos para comernos el juego de un discurso y de las letras de un papel para confiar en que ahora sí van a parar el flujo de armas. El gobierno de Estados Unidos es ladino y mentiroso, está probado en la historia del planeta. Esas promesas de Biden tendrán que ser sometidas a escrutinio y seguimiento. La Casa Blanca tiene la urgencia y necesidad de que México colabore sin titubeos para ayudar a parar el trasiego de drogas. Su inutilidad para atender la drogadicción los pone de pechito. Esta es la gran oportunidad del gobierno de AMLO para fiscalizar y pedirle rendición de cuentas a la Casa Blanca sobre sus promesas de contener a sus redes y cárteles del tráfico de armas. Sus muertos no valen más que los nuestros, ambos son parte de las consecuencias de la tragedia del consumo de drogas y de los delincuentes dedicados a aprovecharse de los vicios multimillonarios de la sociedad de Estados Unidos. La simbiosis bilateral no puede quedarse en palabras. Desde que Calderón permitió el empoderamiento del narcotráfico colocando como Secretario de Seguridad Pública al socio y aliado de los cárteles; Genaro García Luna, las armas de Estados Unidos entraron a México en torrente y eso sigue ocurriendo. Ese narco gobierno hacia lo que la DEA pedía y los agentes de ATF crearon un plan para enviarle armas al narco; Rápido y Furioso no se olvida.
Y no es que invoquemos a la Ley del Talión, pero; si es ojo por ojo puede aplicarse también lo de muerto por muerto. ¿O no?, padrinos.